ACERCA DEL BÚHO

GRUPO CULTURAL EL BÚHO

Es un espacio sostenible dedicado al teatro donde los jóvenes del Colegio INEM (y de Bucaramanga) participan en el grupo de manera activa, a través de la expresión de sus opiniones, del desplazamiento del cuerpo y de la puesta en escena.

OBJETIVO GENERAL

Alejar a los jóvenes de las calles y las malas compañías para llevarlos hacia el arte, hacia una formación como seres cultos y pacíficos.

QUÉ QUEREMOS – VISIÓN

Un escenario sostenible de arte contemporáneo donde los jóvenes y los artistas se encuentren para el estudio de las estructuras sociales, académicas y artísticas, esto con el propósito de construir una cultura de paz gracias a la fuerza pedagógica del proceso creativo.

CÓMO LO HACEMOS – MISIÓN

El Grupo Cultural El Búho construye vínculos entre los artistas, los jóvenes y la comunidad educativa por medio de proyectos responsables, los cuales muestran el arte contemporáneo como una herramienta relevante para el fomento del desarrollo cultural comunitario. Esta es la misión que se impuso el grupo El Búho desde el 2008, propuesta liderada por el Maestro en artes escénicas y Licenciado en literatura Mauricio González Roballo, el arte como la manera única de formar una cultura de paz.


31 ago 2010

EXPOSICIÓN

YUMA, RÍO AMIGO
Del 20 al 29 de Septiembre




SÓLO FLORES Y HOJAS
CATALINA SILVA

VINILOS


NUESTRO GANGES
CATALINA SILVA
VINILOS

11 ago 2010

REQUISITOS PARA PARTICIPAR

YUMA, RÍO AMIGO
EXPOSICIÓN DE DIBUJOS
GRUPO CULTURA EL BÚHO
Del 10 de Agosto al 10 de Septiembre

La exposición de dibujos YUMA, río amigo tiene como tema prinicipal el Río Magdalena y sus grandes atributos o bondades.

OBJETIVO GENERAL:

  • Resaltar la importancia de cuidar el Río Magdalena a través de su belleza, para así mostrarlo como fuente de vida donde el hombre y la naturaleza se encuentran.

REQUISITOS:

  • El dibujo debe presentarse en una plancha tamaño carta.
  • El estudiante puede usar diversos tipos de materiales para crear su dibujo.
  • Adjuto al dibujo debe ir los datos personales del estudiante.
  • El dibujo debe entregarse dentro del límite de tiempo para luego ser expuesto.

DEL PAPEL AL MURO:

  • El dibujo que mejor defina el Río Magdalena será escogido para reproducirlo en unas de las paredes del salón de El Búho.

VISIONES DE YUMA


"Vemos cómo crece el río. Es increíble. Es como si viniera a cobrar venganza por el pasado esplendoroso que le quitaron las modernas urbanizaciones. Pero ruge, recobra su poder. La idea se nos ha ocurrido a ambos. No seremos víctimas en vano. Mejorarán los tiempos. Cogidos de la mano caminamos hacia el río".

ANDRÉS CAICEDO - MATERNIDAD















CUIDEMOS EL RÍO

FOTOGRAFÍA: CATALINA SILVA.


10 ago 2010

BARRANCABERMEJA Y EL RÍO MAGDALENA

BARRANCABERMEJA Y EL RÍO MAGDALENA

La parte del Río Magdalena que pasa por el departamento de Santander es conocida como la región del Magdalena Medio. Esta región tienen como municipio principal a Barrancabermeja, el cual es sede de la refinería de petróleo más grande del país.

En la época de la Conquista Española, en el año de 1536, el gobernador, Don Pedro Fernández de Lugo, tenía como intención realizar el anhelo de Rodrigo de Bastidas, descubrir el nacimiento del río Magdalena sin reparar en costos ni esfuerzos.

Gonzalo Jiménez de Quesada fue nombrado general y escogido por el gobernador para salir al frente de esta expedición, otorgándole amplios poderes y facultades para escoger sus propios compañeros. Al iniciar esta travesía encontraron difícil el andar por tierras pantanosas, los asaltos repentinos de los indígenas y los voraces ataques de fieras e insectos.

Todo esto lo soportaban sólo por la perspectiva de encontrar un territorio abundante en riquezas, lo cual aliviaba sus penurias y les hacía seguir en su obstinado empeño. Después de haber vencido mil dificultades, el 12 de octubre de 1536, la expedición fluvial divisó a lo lejos unas "Barrancas Bermejas", ubicadas a los 7° 04´ de Lat N, 73° 52´ de Long O a 75,94 msnm y 27,6 °C de temperatura media.

El 6 de abril de 1536 partió la expedición, que llevaba bajo sus órdenes a 700 infantes y 80 caballeros por la vía terrestre y en cinco embarcaciones. Todos ellos eran expertos capitanes, excelentes marineros y afamados guerreros curtidos en la guerra de España contra los moros. Latora ó Latocca, era el nombre indígena de la hoy Barrancabermeja, por la cual pasaba el río Yuma, hoy río Magdalena.

Posteriormente uno de los grandes precursores de la independencia, don Pedro Fermín de Vargas, natural de Cepitá, advirtió la importancia y la necesidad de la explotación comercial de esta "brea o chapapote", para "preservar los barcos de la broma".

Empleado en los caminos que construyó Lengerke, de Zapatoca a Puerto Santander, descubrió los yacimientos de Barrancabermeja, que se los apropió el señor De Mares y fueron el inicio de la gran Empresa Colombiana de Petróleos, Ecopetrol.

Por Barrancabermeja salieron las quinas de Manuel Cortissoz y de Lengerke, el mismo que en 1878 no encontraba "ni a peso de oro jornaleros ni arrieros que quisieran trabajar ni conducir arrias por aquel camino, de Bucaramanga a Puerto Santander, por temor a ser sacrificados por las flechas de los salvajes", descendientes del cacique Pipatón..

La "bonanza petrolera" atrajo personas de todas las regiones del pais, en especial de la costa atlantica y de la region cultural "paisa".asi la poblacion fue creciendo de 40.000 habitantes en el año de 1940 a 80.000 habitantes en el de 1960.la poblacion siguio en aumento hasta que en la actualidad somos 300.058 los barramejos.

una triste epoca en barrancabermeja fue el periodo comprendido entre los años de 1997 a 2000. en estos años los paramilitares invadieron la region del medio valle del magdalena y, por consiguiente, muchos campesinos dejaron sus plantaciones para buscar un mejor futuro en el principal nucleo urbano de la region:Barrancabermeja. esto trajo consigo que dichos paramilitares vinieran a la ciudad,donde iniciaron una era del terror que duro 3 años, cuando el ejercito nacional expulso totalmente a los grupos al margen de la ley.

RÍO MAGDALENA


  • GEOGRAFÍA

El Magdalena es un río nacional que nace al suroeste de Colombia, en la Cordillera de los Andes, específicamente en el eje central del Macizo Colombiano. Atraviesa el país por su occidente de sur a norte, discurriendo a lo largo de unos 1.540 km entre las cordilleras Oriental y Central de los Andes colombianos, conformando un valle que a su vez es un corredor vial y que llega al litoral del Mar Caribe.

El Magdalena nace cerca de la Laguna de la Magdalena en el Páramo de las Papas en el departamento del Huila.

Navegable unos 990 km, entre Honda (Tolima) y la urbe de Barranquilla (Atlántico), el río es la principal ruta fluvial de Colombia. Río arriba, luego de los rápidos de Honda, es navegable otros 240 km, especialmente en lo que es conocido como el Valle del Magdalena Medio.

En su desembocadura en el Mar Caribe, conocida como Bocas de Ceniza a 22 km de la ciudad de Barranquilla se construyó una de las más grandes obras de ingeniería del país. La desembocadura fue modificada y extendida hacia el mar por medio tajamares que permiten mantener un calado necesario para el ingreso de buques de gran tamaño. Esto debido a que el río deposita 500.000 de sedimento por trimestre.

El río posee una cuenca de unos 250.000 km², la cual en su parte media (Magdalena Medio), es la gran reserva de hidrocarburos del país.

El afluente principal del Río Magdalena es el río Cauca, pero tiene innumerables afluentes a lo largo y ancho de su recorrido que aportan un buen caudal de aguas.

  • HISTORIA

El río Magdalena, gracias a su posición geográfica que corta las poderosas ramas andinas del norte de Sudamérica, fue desde tiempos precolombinos ruta de incursión hacia el interior de lo que hoy es Colombia y seguramente hacia el sur de la misma como Ecuador. Las culturas caribes, por ejemplo, penetraron muy probablemente por el río, así como otras culturas influyentes venidas del norte y Mesoamerica.

De la misma manera, los conquistadores españoles que llegaron a lo que hoy es Colombia a principios del s. XVI usaron el río para adentrarse al interior de un país agreste y de un relieve difícil. El descubrimiento por parte de los colonizadores se le atribuye a Rodrigo de Bastidas en el año 1501.

En tiempo de la Colonia española no fue menos importante al río. Este fue la única vía en que la capital colonial, Santa Fe de Bogotá, se comunicaba con el importante puerto de Cartagena de Indias y por ende con Europa.

Las luchas de independencia no descuidaron el río. Los ejércitos patriotas y reales navegaron el río en la búsqueda del dominio absoluto y político de la Colonia que rompía sus yugos. En la obra "El General en su Laberinto" del escritor colombiano Gabriel García Márquez se puede ver una excelente descripción de lo que significaba el río para el tiempo y sus gentes.

El advenimiento de los ferrocarriles, la construcción de carreteras que dominaron el difícil relieve andino y la aviación, hicieron que el río perdiera su dominio absoluto sobre el discurrir nacional en cuestiones de transporte e intercambio. Pero la época moderna no pudo hacer perder la importancia que tiene el río más grande de la geografía nacional.

CRÓNICA SOBRE EL RÍO MAGDALENA

El Magdalena: río providente

El Magdalena es un río padre, universal y providente. Arteria vital, por él corre la sangre generosa que proporcionala alegría y el sustento de la patria. En sus puertos y riberas, surte el amor y el trabajo prospera. A Dorada llegaron, ha cuatro meses, quinientos hombres,de Caldas, del Valle, del Tolima, con el propósito de emplearse en los trabajos de la carretera a Sansón. Pero la partida para la construcción de esta obra aún no se ha contabilizado. Yesos centenares de trabajadores se quedaron, ala buena de Dios, por las calles y plazas del puerto, llevando una existencia desarreglada. El trabajo es escaso en estas regiones, a donde afluye una cuantiosa población flotante. La vaganciaes oficio necesario... Pero ¿cómo viven los vagos? Viven del río. El Magdalena les da agua, alimentoles suministra distracción y júbilo, y les ofrece, sobre todo, esperanzas. En esos fondines de la plaza de mercado, se puede conseguir, fácilmente, un plato de apetitosos fríjoles, una ración de sancocho, por cinco centavos. Dos raciones al día, bastan para alimentar aun hombre. Y el ganarse los diez, los quince centavos, no es empresa imposible.

*Este reportaje es el primero de una serie de cinco sobre el río Magdalena publicada en E/ Tiempo, primero, con el antetítulo «Ruta de un reportero» y, luego, como «Revista del Magdalena". Los cuatro siguientes se reproducen a continuación en su orden original.

El Magdalena trae turistas, convida pasajeros, gente adinerada. Transportando maletas, haciendo una indicación oportuna, cuidando del equipaje, prestando menudos servicios, se ganan los centavos para el pan del día. Lo demás, está en el río. El rico baño, en la playa dorada, de fina arena. El pez que pica en el anzuelo. El racimo de plátanos; las frutas exquisitas; la leña, el agua dulce y sana, para saciar la sed y sosegar la inquietud. También el río, por razón de su tráfico, les da a estos aventureros un lecho amable... El vagón del ferrocarril, el arrume de bultos de café, el remolque abandonado en la orilla.

Pero, sobre todo, les mantiene la esperanza. Sí; la esperanza está en esta ancha cinta de agua, móvil siempre, inquieta siempre, siempre generosa y hospitalaria. De arriba o de abajo, de Berrío o de Barranquilla, de Honda o de Salgar, llegará un día (¿hoy? , ¿mañana? ,no importa cuándo) el buen suceso, la propicia fortuna. Vendrá el contrato de trabajo; la noticia de la explotación petrolífera; el viaje a Barranca, a Wilches, a donde sea, hacia una vida mejor. Y entretanto, los aventureros aguardan, apacible, alegremente, la ejecución de sus destinos. No veréis en los rostros de estos hombres ni afán, ni dolor, ni amargura. En sus ojos está la seguridad; la fe ciega y justificada. Ellos llegaron al río. El Magdalena los ampara y sustenta; y el Magdalena los salvará de toda asechanza, los rescatará de la miseria, los hará laboriosos y prósperos...

¿Es éste un vituperable sistema de entender ala vida? No, en ningún caso. En los patios del ferrocarril se estaciona medio centenar de camiones dispuestos a llevar la carga a Caldas, Valle, Tolima, Cundinamarca. Cada uno de estos camiones lleva, enrolado en su tripulación, a un chico, cuya edad fluctúa entre los diez y los quince años. La mayoría de estos muchachos fueron tomados de la mano, por la inquietud de la adolescencia; abandonaron sus hogares y, tempranamente, se le enfrentan a la vida, con un valor y una sinceridad admirables.

Los chicos, apenas ganan con qué comer un mal pan; con qué gustar un vaso de avena helada. Pero a ellos no les importa esto. Les interesa el paisaje, la movilidad pequeña, diminuta, proporcionalmente, pero exacta de la vida. Hoy están aquí frente al río, por cuyas aguas amarillas se les van, soñadoras, las miradas. Mañana tomarán el camino a Bogotá, a Cali, a Pereira, a Manizales... De nuevo, tornarán al río, y en este ejercicio se les pasarán unos años, hasta el punto en que, el cuerpo por el trajín y la vigilia, templado espíritu por el sufrimiento, por la rebeldía y por la libertad, se sientan hombres. El hallazgo de la hombría, de la condición humana, es el premio a tanta fatiga, a tanta mala cosa que han tenido que vencer, de las cuales han salido triunfadores, en esa edad en que muchos otros niños, la mayoría, apenas se apartan del regazo materno y tienen de la existencia una noción boba, simple, tonta, atestada de hadas, de pecados mortales y de «cocos» que premian o castigan.

Célimo Londoño, el gentil capitán del «Monserrate», es uno de los más gallardos navegantes del río. La Naviera Colombiana domina hoy el tráfico del Magdalena. Y aunque el río está seco, mostrando la entraña de las playas y playones, el viaje se hace dentro de una buena comodidad. Los camarotes han sido modernizados. Baños individuales, excelente cocina. Pero la salsa del viaje está en el paisaje; en el paisaje y en la charla, en el trato de los hombres del río.

De oficial va el capitán González, con treinta y dos años de navegación. Hemos zarpado al amanecer, luego de una noche a bordo. Llovía, a prima madrugada, torrencialmente, y un recio viento huracanado nos obligó a cerrar las ventanillas de los camarotes. La voz de la sirena me hizo salir a la cubierta. Y allí, en pantuflos, con el chaquetín de la pijama meneado por el aire, estaba el capitán González. Había consumido, ya, la mitad del primer cigarro de la mañana.

Apuramos una taza de tinto. Recuerda el viejo lobo sus tiempos de juventud. Los barcos de entonces. Los lañateos (SIC) ... Algunos de los puertos importantes de hoy, como Dorada, apenas eran incipientes caseríos. En aquellos antaños, señores turistas, sí había caimanes. Y la navegación contenía una más noble calidad de aventura. El paisaje era, por lo general, más numeroso. Un rápido viaje de bajada, con buena agua, duraba cinco días; era un récord. Se subía hasta cerca de Honda, para el cargue y descargue. Había unos sancochos... ¡quevamos! El capitán Egea... El capitán Vergara... El otro capitán... .

Los nuevos capitanes tienen sus apodos. El tuerto Célimo Londoño; el tunco López y el gato Gómez. Del tunco se cuentan curiosas historietas. Por entonces, la juventud le reventaba, como un humor rebelde, a mi capitán López. El doctor David Arango era gerente de la empresa. López, hoy sí, mañana también, libaba abundantemente. Después de esas descomunales ofensivas contra la temperancia, el tunco López era separado del rol marinero. Pero él no se molestaba con esas suspensiones. Tomaba, en un hotel situado al frente de las oficinas de la compañía, una pieza, desde cuya ventana podía dominar el despacho del gerente. Y el gerente se cansaba, a la postre, de esa observación continua, silenciosa y eficaz del tunco. La pertinacia de López vencía. De nuevo se le encargaba el mando de un barco. Uno, dos meses de juiciosa conducta. y otra reincidencia. Hoy López es capitán de «El Guadalupe» y uno de los más avezados navegantes del río.

El paisaje, para el pasajero novato, es una interminable sucesión de asombros. Estas curvas, el ancho horizonte, las vueltas, los playones en que alzaron los pescadores sus rústicas cabañas, las palmas, la cerrada manigua de las ribas, las garzas que navegan al garete, promovieron la locuacidad inatajable de un señor que estrena su primer traje blanco yen Bogotá es dueño de un almacén de antigiiedades. El caballero se perece por la arqueología. Al enterarse de mis actividades reporteriles, quiere que yo haga un relato histórico del viaje de Quesada. . .

-Por ejemplo -me dice-: ¿Ve usted aquellos montecillos? Parecen naturales, ¿no? Mas no es así. Éstos -agrega, insultándome el oído con la vecindad de un tufo trasnochado- son, aquí entre nos, sepulcros de indios. ¿No ve esas matas de fique? Pues los indios sembraban sobre los sepulcros matas de fique. El fique es una planta eterna, que no muere; símbolo de lo perdurable.

Querido amigo, aquí no hay fique. ¡Nones! Entiendo que esto de la «fiquidad» es potestativo de la tierra fría. Tal vez en los sepulcros de los indios de Boyacá...

Lo que ocurre, señor arquólogo, es que a usted lo ha maleado este estupendo, maravilloso, portentoso paisaje. La fuga de lo verde, por donde apunta uno los ojos, al través de las mirillas que nos hacen las columnas de a bordo. El chozo aquél, que muestra la paja tostada de su techo, entre la platanera, en el limpio ribereño. Ese despejado azul de la mañana que clama cósmico. El salto de los peces en el trapecio plateado de las breves olas. El olor, axilar, sensual, brusco, rotundo de la selva. Y; sobre todo, la realidad de navegar.

El capitán González me ha dicho al desayuno:

-Soy viejo; tengo hijos y nietos... Tal vez en tierra pudiera encontrar una ocupación mejor remunerada, más tranquila y compadecida con mi deseo de descansar...

-Mas no puedo dejar el río -agregó-. Aquí en el río está mi vida. La juventud, el pasado, la realidad, el presente. Quiero morir a bordo y en mi ley. Cuando estoy en tierra me siento mal... me hace falta el olor del agua, el sentido del paisaje, las revueltas y vueltas que conozco desde hace treinta y pico de años. El calor, la voz de la sirena, el traquear de la rueda y los gritos hoscos de los marineros...

(El Tiempo, septiembre 2 de 1941.)

BIBLIOGRAFÍA

  • JIMÉNEZ, JOSÉ JOAQUÍN. Las famosas crónicas de Ximénez.